
"San Juan en el Apocalipsis nos describe en imágenes lo que él vio. Yo no lo podría hacer mejor, por eso oigámosle a él:
«Y vi Cielo Nuevo y Nueva Tierra, - pues el cielo y la tierra de antes habían pasado -, y el mar ya no existe». El mar representa ese estado de INCONCIENCIA en que existe el Mal.
«Y a la ciudad santa de la Jerusalén nueva la vi que bajaba del cielo de donde Dios, compuesta como novia engalanada para su novio. Y del trono oí una potente voz que decía:
“¡Aquí está donde mora Dios con los hombres! Y con ellos morará; y ellos serán su pueblo, y Dios en persona estará con ellos. Y enjugará de sus ojos toda lágrima; y la muerte no
existirá más, ni habrá más llanto, ni grito, ni aflicción.
Porque lo de antes está pasado”. Y el que estaba sentado en el trono dijo: “Voy a hacerlo todo nuevo” ». Se va a manifestar la OBRA, Dios. « Y luego dice: “Escríbelo, porque estas
palabras son auténticas y genuinas”. Y me dijo: “¡Ya están!
Yo soy el alfa y la omega, el principio y el fin. Yo al sediento le daré agua de la fuente del agua de la vida gratis. Quien saliere vencedor entrará en posesión de estas cosas, y seré
para él un Dios y él será para mí un hijo. En cambio, para unos cobardes, desleales, abominables, homicidas, deshonestos, hechiceros, idólatras y para todos los falsos su destino
está en el estanque que arde con fuego de azufre; esto es, la muerte segunda” ». Lo que hemos dicho antes de la segunda muerte.
«Y llegó uno de los siete ángeles que tenían los siete libatorios llenos de siete plagas definitivas; y se puso a hablar conmigo, diciendo: “Ven, te voy a mostrar la noviaesposa del Cordero”. Y en éxtasis me llevó lejos a un monte grande y alto. Y me mostró la Ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo de donde Dios, con el esplendor de Dios: su
destello es como de piedra preciosa, como de jaspe iridiscente. Tiene una muralla recia y alta; tiene doce puertas, y, en las puertas, doce ángeles, y unos nombres escritos que son
los de las doce tribus de los hijos de Israel: a levante hay tres
puertas; al septentrión tres puertas; al mediodía tres puertas;
a poniente tres puertas. Y la muralla de la ciudad tiene doce piedras fundamentales; y sobre ellas doce nombres, los de los doce apóstoles del Cordero.
Y el que estaba hablando conmigo tenía un reglón mensural de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muralla. Y la ciudad está dispuesta en cuadro, y su longitud es igual a su
anchura». “En cuadro” porque esto significa la cuarta manifestación del Ser que “Es”. « Y midió la ciudad con el reglón, dando doce mil estadios». El número doce mil representa la unidad de la Naturaleza Divina en la Naturaleza Humana. «Su longitud, anchura y altura son iguales». Es
idéntica en todas sus partes. «Y su muralla midió ciento cuarenta y cuatro codos, en medida humana que fue la que usó el ángel». El número ciento cuarenta y cuatro representa
la multiplicidad de la Naturaleza Humana en la NaturalezaDivina. Todas estas medidas significan lo múltiple en lo “Uno”, sintetizado en “el Hombre”, por eso es “medida humana” “la que usó el ángel”, porque la naturaleza humana es “Obra” de Dios a través de los ángeles, la Permisión.
«Y el material de su muralla es jaspe; y la ciudad es oro puro parecido a cristal puro». La ciudad es toda luz, no hay en ella nada impuro, los que la componen han pasado por el
crisol, han sido purificados como el oro y el cristal puro. « Y las piedras fundamentales de la muralla de la ciudad están labradas en toda suerte de piedras preciosas: la primera
piedra es jaspe; la segunda, zafiro; la tercera, calcedonia; la cuarta, esmeralda; la quinta, sardónice; la sexta, cornalina; la séptima, crisólito; la octava, berilo; la nona, topacio; la
décima, crisopasa; la undécima, rubí (o jacinto); y la duodécima, amatista». Cada una de estas piedras preciosas significa una calidad o virtud del Espíritu y ellas representan las diferentes almas, “miembros” del Hombre total; una es diferente a la otra, no existen dos iguales, el número doce representa una totalidad en la unidad.
«Y las doce puertas son doce margaritas: cada una de las doce puertas era una margarita». Estas “doce puertas” significan las diferentes “manifestaciones” del “Mensaje de salvación” a los hombres en todas las épocas, razas y culturas, religiones, etc., “puertas” por donde cada uno, de acuerdo a su grado de “evolución”, ha tenido la oportunidad de entrar en
contacto con la Realidad Divina.
Todas las religiones, como todas las almas, seres humanos, esconden en su interior una
Realidad Divina, eterna, y quien la descubre ha encontrado la puerta. Las religiones, como las personas, son semejantes a aquellas ostras en el mar – mar que en este caso significa la
Inconciencia – , que esconden en su interior una perla preciosa de gran valor y para quien encuentra esa perla todo lo demás, sobre todo su yo-ego, la “ostra”, pierde valor ante
ese tesoro que ha encontrado. Esas “perlas” son lo que representan esas margaritas, que son las puertas para entrar en la ciudad.
«Y la avenida de la ciudad era de oro puro como cristal diáfano». Lo mismo que hemos dicho antes de la ciudad, también su “avenida”, por donde transites, o mejor, hacia donde te dirijas - en el pensamiento, la palabra, la acción o las obras - todo será puro como cristal diáfano.
«Y el templo no lo vi en ella. Efectivamente, su templo es el Señor, el Dios Omnipotente, y el Cordero», La Naturaleza Divina, Dios, y la naturaleza humana, el Cordero, es el templo
y es el Señor.
«Y a la ciudad no le hace falta que el sol ni la luna brillen para ella. Porque el esplendor de Dios la ha bañado de luz, y su lumbrera es el Cordero. Y a su luz las gentes caminarán; y los reyes de la tierra a ella llevan sus esplendores».
Las “gentes” y “los reyes de la tierra” son aquellos seres humanos que no se identificaron con su Realidad Divina y que se quedaron, por su egoísmo, en la naturaleza humana, donde
habita el espíritu de iniquidad y están atormentados por ese espíritu en su interior, pero exteriormente caminan a la luz del Cordero.
“El Cordero” son todos aquellos seres humanos que murieron a su egoísmo, el yo-ego, y que pertenecen al Cuerpo de Cristo, el Unigénito. Y los “reyes”, lo múltiple, llevan sus esplendores a la ciudad, pero ellos no pertenecen a ella; esos “esplendores” es lo que del Ser hay en sus obras y éstas pertenecen al Rey, lo Uno, que es el Unigénito, la misma ciudad.
« Y sus puertas no se cerrarán de día — y noche allí no habrá. Y a ella llevarán los esplendores y lo valioso de las gentes». Es lo mismo que hemos dicho antes de “las gentes”, “lo valioso” es lo que del Ser hay en sus obras. « Y no entrará en ella nada inmundo, ni quien hace cosas abominables, sino los que están registrados en el libro de la vida del Cordero ».
No entrará en la ciudad – el Unigénito – nada impuro, allí no existirá el mal, ni siquiera en el conocimiento. Entrarán sólo aquellos que han dado muerte a su “hombre viejo”, haciendo
lo mismo que hizo en su vida Jesucristo, el Cordero sacrificado por cumplir la Voluntad Divina.
« Y me mostró un río de agua de vida, esplendoroso como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. Y en medio de su avenida y del río que corre de una parte y de otra, había un árbol de vida que produce doce cosechas, pues da fruto cada mes. Y las hojas del árbol son para curar a los gentiles ». “Los gentiles” es lo mismo que hemos dicho antes de “las gentes”, la multiplicidad, son los seres humanos que se quedaron en la Inconciencia de su yo-ego y que son atormentados interiormente por el espíritu de iniquidad que aceptaron.
“Las hojas del árbol de vida”, que son la irradiación de la VOLUNTAD – ésta es el árbol de vida – proporcionan a esos seres humanos un alivio semejante al alivio que experimentaba Saúl cuando, atormentado por el espíritu del mal, David tañía el arpa.
« Y no habrá allí ya cosa alguna maldita. Y en ella estará el trono de Dios y del Cordero, y sus servidores le rendirán culto; y verán su faz, y el nombre de él estará escrito en sus frentes ». Esos “servidores” son los seres humanos de que hemos hablado antes, “los gentiles”, y como los esclavos, son marcados, pues pertenecen a Dios, han sido comprados con la sangre del Cordero. «Y no habrá más noche; y no les hace falta luz de lámpara ni luz de sol, porque el Señor Dios irradiará luz sobre ellos. Y serán reyes por los siglos de los
siglos». Son “reyes”, la multiplicidad, mientras “el Unigénito”, Jesucristo y los suyos, son la unidad, Rey de reyes.
«Y me dijo: “Estas palabras son auténticas y genuinas; y el Señor Dios de los Espíritus de los profetas envió a su ángel para mostrar a sus servidores lo que tiene que ocurrir en
breve. Y voy a venir rápido. Dichoso del que guarde las palabras de la profecía de este libro”.
Y el oyente y vidente de estas cosas soy yo, Juan. Y cuando hube visto y oído, me postré a los pies del ángel que esto me mostraba, para rendirle adoración. Y me dice: “Mira que no lo hagas: soy un compañero tuyo de servicio, y de tus hermanos los profetas y de los que guardan las palabras de este libro. ¡A Dios has de rendir adoración!”». No debemos
postrarnos ante ninguna criatura y mucho menos adorarla.
« Y me dice además: “No sigiles las palabras de la profecía de este libro; porque el momento está próximo. Quien comete injusticia, que cometa todavía injusticias; el sucio que se ensucie todavía; y el santo que se santifique todavía” ».
Esto quiere decir que Dios deja que el ser humano ejerza su propio albedrío, eligiendo él mismo el estado en que ha de ser confirmado.
«Voy a venir rápido, y conmigo irá mi pago, para pagar a cada uno según sea su obrar». En el momento de la venida del Señor, manifestación del Unigénito, cada ser humano será
confirmado en el estado en que se encuentra en ese momento con relación a sus obras.
«Yo soy el alfa y la omega; el primero y el último; el principio y el fin. Dichosos los que lavan sus galas, para así tener derecho al árbol de la vida, y por las puertas entrar a la ciudad». El Unigénito (grabado 11) es el primero y es el último, es el ÚNICO, fuera de El no hay vida alguna porque sólo en El está el Ser que “Es”. Dichosos los seres que “lavan” su personalidad, yo-ente, orientando su libertad al Ser para tener derecho a su Fuerza Activa, la Voluntad, “el árbol de la vida” y así entrar a formar parte “en” el Unigénito hecho Hombre, JESUCRISTO. Todos los seres libres que permanecen en su yo-ego afirmados en sí mismos, que no han sido
auténticos con su verdadero ser, yo-ente, imagen del Ser que “Es”, estarán fuera del Unigénito hecho Hombre, como escabel de sus pies. « Fuera los perros, los hechiceros, los deshonestos, los homicidas, los idólatras y todo el que acaricia y practica falsedad ».
«Yo, Jesús, he enviado a mi ángel para testimoniaros esto, por motivo de las comunidades». Jesús, en quien se ha realizado la Unidad, el UNIGÉNITO, envía a su ángel a dar testimonio de estas cosas para que, los seres humanos que se encuentran todavía en la multiplicidad, “las comunidades”, tomen conciencia de su Ser en el Unigénito hecho Hombre, JESUCRISTO, la Unidad. «Yo soy la estirpe y la raza de David, el radiante lucero matinal».
«Y el Espíritu y la Novia dicen: “¡Ven!”. Y quien escuchare diga: “¡Ven!”. Y quien tuviere sed, venga; quien la deseare, tome agua de vida gratis ». Y los que toman conciencia de la Unidad forman parte del Espíritu del Unigénito y la NOVIA, la IGLESIA, y como María pronuncian el “Fiat” diciendo: ¡Ven!”.
«Yo salgo fiador, ante cuantos lo escuchen, de las palabras de la profecía en este libro. Si alguien allegare algo a esto, le allegará Dios a él las calamidades descritas en este libro. Y
si alguien eliminare algo de las palabras del libro de esta profecía, su parte eliminará Dios del árbol de la vida y de la Ciudad Santa, descritos en este libro.
Quien esto testimonia dice: ¡Sí! Vengo rápido”. ¡Amén!
Ven, Señor Jesús.
La gracia del Señor Jesús os acompañe».
Con esto damos por terminada la explicación de estos grabados.
Creo haber cumplido el querer de mi Señor.
El contenido de este libro es palabra” de Dios. Así quiere el Señor que lo presente. No obstante, puede haber en mis expresiones mucho error, mis palabras no expresan la Realidad conocida en lo más profundo de mi ser, y una vez más digo que quien lo comprenda no será por las palabras, sino por lo que él lleva dentro.
Queda libre la reproducción, conservando la fidelidad de este original.
Belén, Israel: 16 de diciembre de 1972. La esclava del Señor.
Write a comment ...