"La idolatrada Jerusalem o“La nueva Jerusalén” como llamaría a Cumaná,capital del Edo. Sucre el poeta José Antonio Ramos Sucre en uno de sus poemas iniciales.

La sensibilidad de los descubridores europeos ante la magnificencia  del trópico les lleva a emplazar el Paraíso Terrenal en Paria y en el litoral  guayanés, como se registró desde el principio con los testimonios de Cristóbal Colón y Américo Vespucio. En ambos la naturaleza tropical está en perfecta armonía con sus ideas paradisíacas, lo que logran transmitir a la Europa en el advenimiento de la Edad Moderna.

La domicialización terrestre del Edén fue una concepción corriente en la Edad Media, conformándose una geohistoria de lo sagrado, compendio de concepciones bíblicas, de idealizaciones paganas y de quimeras personales. Esta visión condujo al cultivo de la geografía mítica

Ello no es desdeñable, puesto que incluso el fundador de la geografía moderna, Alejandro de Humboldt, no descartó esta percepción, dándole una especial relevancia al ciclo de la geografía mítica, ligándolo entre otros cultores al imaginario de Cristóbal Colón, aunque dándole en una primera aproximación su valor específico: «Sucede al espacio lo mismo que al tiempo. No se puede tratar la historia desde un punto de vista filosófico, dejando en completo olvido los tiempos heroicos.

 Los mitos de los pueblos, mezclados a la historia y la geografía, no pertenecen por completo al mundo ideal; si uno de sus rasgos distintivos es la vaguedad, si el símbolo cubre en ellos la realidad con un velo más o menos espeso, los mitos, íntimamente ligados entre sí, revelan sin embargo, la raíz de las primeras nociones cosmográficas y físicas»

Esta geografía mítica de lo sagrado había quedado registrada en una abundante cartografía medieval donde se señalaba, con aparente exactitud, el emplazamiento del Paraíso Terrenal, al cual se llegaba después de un dilatado trayecto por un mar tenebroso infestado de monstruos, dragones, tritones gigantes. En efecto, en el siglo xv eran bien conocidos, entre otros, el mapa del veneciano Andrea Bianco dibujado en 1436, que señala el Edén, desde donde fluyen los cuatro ríos bíblicos; lo mismo que el Mapamundi de 1452, donde se señala Ophir y Nubia de los cristianos del Preste Juan. Prueba la persistencia de estas imágenes al constatarse que en el Planisferio de Juan de la Cosa, navegante que acompañó a Vespucio, dibujado en el año 1500, se indica el emplazamiento del mítico reino del Preste Juan en África. En efecto, varios autores medievales asimilaban el Edén con este reino, cerca de las fuentes del río Nilo.

Son reiterativos, durante toda la Edad Media hasta arribar a finales del siglo xv, elementos distintivos del paisaje del Edén o que anunciaban su cercanía. Dominaba un clima paradisíaco de primavera perenne con temperaturas deleitosas, sin la variedad de estaciones que se reconocen en los climas europeos; flora fragante siempre verde muy frondosa y compuesta de bosques, intercalados de árboles frutales, prados extensos y flores multicolores. En dichos paisajes se distinguían aves que embrujaban con su canto y deslumbrantes colores de sus plumajes,  junto a animales míticos como el unicornio. Este Paraíso Terrenal estaba surcado por los cuatro ríos bíblicos de copiosas aguas. Se ubicaba en un lugar elevado y escarpado, de difícil ascensión. Se emplazaba tradicionalmente en el extremo oriente asiático, que era la parte de la ecúmenos conocida y más misteriosa. Allí transcurría una vida sin pesares con eterna juventud de sus habitantes sanos y de modales inocentes.

En este contexto de la creencia medieval del Paraíso Terrenal pocos dudaban de su existencia, tanto más cuanto se encontraban señas o indicios de su concreción.

Ello condujo muy tempranamente, al igual que en otros países americanos, a sensibilidades cartográficas y literarias en dibujos, crónicas y descripciones de viajeros del realismo mágico.

En los territorios de lo que hoy corresponde a Venezuela se fueron presentando, desde el mismo período del Encuentro hasta comienzos del siglo pasado, múltiples connotaciones geográficas que expresaban rasgos maravillosos y fantásticos unidos a realidades geográficas y naturales. Esta producción cartográfica y literaria se fue caracterizando por un soplo sorprendente, insólito, encantador; en fin, un aura encantada de irradiación luminosa que conquistadores y lugareños indígenas, europeos, criollos, africanos y mestizos, percibían alrededor de ciertos paisajes, cuerpos humanos, animales o vegetales. Descubridores que percibían las sorpresas de lo real e imaginario ante monstruos; caníbales; islas de gigantes y enanos; indígenas que se asombraban ante los europeos en el período del Hallazgo, teniéndolos como arribados del Cielo; millares de mujeres y hombres tratando de alcanzar los etéreos espacios de El Dorado y de los placeres de las perlas. —

Los mitos europeo medievales e indoantillanos de las amazonas, mujeres sin hombres, o de los ewaipanomas, seres que tenían los ojos en los hombros, como muchos otros, sólo quedaron en la cartografía del imaginario. Lo maravilloso se fue diluyendo en la memoria colectiva y borrándose en ocultos legajos de olvidadas bibliotecas y polvorientas mapotecas.

En contrapartida, lo real se expresó con toda magnificencia en ricos paisajes geográficos de sal, oro, perlas, animales, plantas, peces, reptiles y centenares de materiales de recursos naturales y de excepcional bio-diversidad. Sitios de producción, rutas de extracción, lugares de manufacturación, se fueron expresando en la geografía cultural venezolana, dando especificidad e identidad a cientos de lugares.

Además, por la cuantía, excepcionalidad y belleza de su fauna, flora, productos agrícolas, forestales, pesqueros, mineros, energéticos y de otros tipos, no han sido sólo percibidos y aprovechados para satisfacer la sensibilidad interna venezolana, como se registra en otras múltiples comarcas iberoamericanas que han languidecido secularmente por su incomunicabilidad y autoconsumos locales; en cambio, aquí también han irradiado por más de quinientos años, satisfaciendo desde las puertas abiertas de su expectable situación geográfica las demandas de múltiples productos silvestres e introducidos en función de la sensibilidad del ámbito euroamericano.

La vegetación desvaría a consecuencia del aire nebuloso . Recuerda el crecimiento de una fuerza cósmica , libre de la medida , usurpante del límite” . Jose Antonio Ramos Sucre ( Cumaná  (Edo. Sucre) 9 de junio de 1890-Ginebra (Suiza) 13 de junio de 1930). 

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